Mboyeré es una voz guaraní que significa mezcla de cosas sin orden aparente, mejunje, enredo, revoltijo, pero también mestizaje. Para los guaraníes, como para Heidegger, el alma anida en la palabra.

Nada, menos para la filosofía, puede resultar un significado concreto que se traduzca en algo que no pueda ser traducido. Es decir a la palabra, no se le puede pedir que se convierta en acto, salvo que seamos o pretendamos ser la deidad, que exista o no, allí está como eje rector, de lo normativo, de lo social, de lo político y lo artístico.

Las lenguas fusionadas, el enredo, genera el instante, la musicalidad que nos acompañará en los tiempos del desencuentro, la iterabilidad, de lo mismo que no es lo idéntico.

La filosofía brinda el hilo de Ariadna, para salir del laberinto, es el ingrediente secreto de la gastronomía guaraní, que hace al comensal sentir que puede existir en ese momento de la ingesta, la tierra sin mal. La poética que pretende reparar la desgarradura, la escucha política que acrecienta el entendimiento, por sobre tensiones, facciones y sistemas, la filosofía es encuentro.

El sitio para tal lugar es un patio, el que por lo general, resguarda o contiene los “recreos”. En este caso y para afirmar la desterritorialización, un patio virtual.

El patio reúne la disposición espacial como la dimensión del tiempo para lo público, tanto en una escuela, en una facultad, en una conjunto de viviendas o en un hogar mismo, el patio es el recinto en donde lo social puede recobrar sentido. Las plazas son los patios de los barrios, manzanas verdes que re-articulan la noción de un conglomerado urbano o ciudad. En la plaza, como en los patios, no hay jerarquías Pre-establecidas, las posiciones se dirimen en forma dinámica y sin la imposición de sectores de privilegio o de acomodo. Sí bien no existe “la universidad de la calle”, tampoco en las universidades, las que siguen la lógica del negocio, es en el único lugar en donde se debe, se puede y tengamos que aprender.

No volveremos a pensar o actuar bajo el concepto de lo común, por estar conminados a compartir un espacio cerrado, el sentido de lo aúlico, nos dará mayores posibilidades de contagiarnos del algún virus resistente, antes que abrirnos a la posibilidad del entendimiento o la comprensión que se logra con los otros, aún tensando bajo discusiones o debates.
Es en el patio, en el afuera que reconocerá el adentro donde se debate la partida desde hace tiempo y la razón de nuestra derrota.

Así como el conocimiento no puede ni debe seguir siendo presurizado, resguardado bajo siete llaves y falsamente entregado por alguna autoridad del saber a cambio de obediencia o prioridad disciplinar, tampoco el elemento simbólico de lo democrático, que es el voto, el sufragio debe seguir siendo emitido como antaño en recintos oscuros, cerrados o herméticos.
No es casual que hasta el hartazgo en la mayoría de las aldeas occidentales se pretendan reformas electorales, en relación a las formas y métodos y ninguna se plantee la cuestión de fondo o conceptual.

Proponemos una dinámica paralela o complementaria, no excluyente, pero que sea tan válida y no excluida o rechazada por la reinante. Consideramos que en cada lugar en donde se pretenda tomar contacto con lo general o las primeras y últimas causas, se deben vincular con quiénes localmente incidieron en los pensamientos autóctonos y de proximidad. Ir desde esa particularidad hacia lo universal y no al revés como exige la academia clásica. Creemos también que no debe dividirse el conocimiento de la filosofía por segmentos cronológicos, tal como la filosofía antigua, medieval o moderna.

La segmentación debe ser en todo caso, filosofía de los sentidos, de la razón, de la intuición y de lo no expresado, todos los pensadores deben ser recategorizados en otras nociones, en otros envases o dispositivos que no sean los hasta aquí usados, que no han servido más que para fortalecer el aceleracionismo de la técnica o de la razón instrumental que va irreversiblemente a terminar de transformarnos en seres autómatas. Bajo estas orientaciones para la vinculación con lo filosófico podremos dar cuenta del valor de lo que hacemos y dejamos de hacer a diario, en lo cotidiano, para retornar a posicionar a la palabra, al concepto, al vibrar del sujeto, antes que el número o que al resultante.

Lograr este disloque es fundamental, recobrar este orden de importancia o de prelación, para volver a encontrarnos con la esencia de nuestra subjetividad y con ello reconocernos en el otro, consolidar el nosotros, como espacio de lo común, en donde las disidencias obvias e inevitables se resuelvan democráticamente, por el poder de la dinámica que propone la palabra pensada, sentida o intuida”.

Sintetiza Francisco Tomás González Cabañas quién lleva la voz cantante de la escuela correntina pensamiento, que se abre al mundo con esta propuesta para reformular la educación filosófica, como por intermedio de más de cincuenta conversatorios filosóficos-políticos llevados a cabo, las maratones filosóficas que proponen el pensar instantáneo bajo un concepto o disparador, los recreos filosóficos, los seminarios de lo democrátioco, la plataforma “filosofía barata y sakura” de presentación de libros filosóficos, el simposio anual de filosofía política que hace 5 años desentraña las complejidades de la democracia actual y la revista “Angaú” de filosofía y “coso” que próximamente alumbrará su quinto número.

Así cómo nos podríamos reunir en un parlamento, congreso o asamblea filosófica, quiénes consagrados a la búsqueda de las primeras y las últimas causas, o la creación o recreación de los conceptos, te dejamos diez actas donde en la corriente surcada del devenir, acontecieron estas actas que compartimos, a la espera que nos puedas remitir lo que te suceden al leerlas, consignando que te consideramos parte.

Urdiendo la trama.

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